lunes, 9 de diciembre de 2019

Soy libre

Lo primero que hizo al entrar fue abrir la ventana del comedor y asomar la cabeza para tomar una bocanada de aire fresco. Eso era lo que había estado haciendo durante los dos últimos años en los que su propia casa se había convertido en una prisión para ella. Hoy no, hoy era distinto. Cerró los ojos y, por primera vez en mucho tiempo, sonrió.

Luego fue al armario y sacó la blusa y la falda que tanto le gustaban pero que nunca había podido ponerse. Instintivamente se acarició la cicatriz que aquella compra le había dejado en la cara. Se cambió, salió al balcón y grito: "Soy libre!". 

Hoy, por fin, su verdugo dormiría en la cárcel.

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