lunes, 9 de diciembre de 2019

Cruel suerte

Aún siguen mojados sus temblorosos dedos por las lágrimas limpiadas de sus ojos. De rodillas, con la cabeza agachada, recoge los restos de comida y porcelana rota.

Como cada día, ella no sabe la razón de su enfado. Jamás le habla, su voz se ha convertido en un grito constante, sus manos, hace años, transformadas en puños dañinos. 

Hoy ella lo había querido sorprender, es su cumpleaños. Él, ya lo ha celebrado en la barra del bar. Triste sorpresa arrasada por su cruel desprecio, amenazas susurradas frente a su rostro. 

Él se vuelve a marchar y ella, encogida sobre el frío suelo, piensa que hoy no le ha pegado, hoy ha sido bueno, hoy ha tenido suerte.

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