lunes, 9 de diciembre de 2019

Respirar profundo

El primer ataque no fue el primer día, no recuerdo cuando fue. 

La gracia es que no te des cuenta. 

Seguramente fue algo a lo que resté importancia, algo que pude justificar fácilmente.

Enseguida llegaron las humillaciones, las faltas de respeto y casi sin darme cuenta naturalicé los teléfonos rotos, los golpes en la pared y los gritos rozando mi cara. Había aprendido que la gente que se quería mucho hacía esas cosas, eso tenía que ser Amor, ¿verdad?

Luego llegaron los "Inválida de cara". "Ojalá que se mueran tus amigos y tu familia". "Te odio, quiero que te vuelvas a tu país y que te mueras de hambre".

De repente, silencio. ¿Estaba muerta? 

No, ahí llegó el taxi.

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