lunes, 9 de diciembre de 2019

Hielo

Sus ojos eran trozos de hielo... No sentía lo que había hecho, solo deseaba controlarla porque pese a su chulería barata era un acomplejado.

El labio sangrante, el ojo izquierdo hinchado y los hematomas empañaban la beldad de la adolescente, pero en su mirada había determinación.

Él estaba puesto de coca, aunque ya le había atizado otras veces sobrio. Pronto caería en su camastro y ella aprovecharía la oportunidad para personarse en comisaría. Tras denunciarlo cogería el tren y se refugiaría en casa de Itziar.

Llamaría a su madre para tranquilizarla, pero no quería volver a oírle decir que los hombres solían sobrepasarse. Con dieciocho años sabía qué debía hacer para sobrevivir. Lo primero era alejarse de aquella mala bestia.

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