jueves, 12 de diciembre de 2019

Literatura


Me entregó su vida una mañana de enero. Aquel regalo carecía de envoltorio. Su mano apretaba la mía mientras me ayudaba a recorrer el abecedario. Armadas de tinta, juntas llenábamos de color un mundo que, sin saberlo, nos daba la espalda.

Hoy solo quiero recordar su nombre en estas líneas, gritar los días que le arrebataron, los versos olvidados y las sonrisas que borraron de nuestros rostros. Aquel día no me enseñó a escribir, ella me dio voz para contar nuestra historia, la que acontecía entre paredes y puñetazos.

Mamá, viven tus batallas, lecciones y caricias entre mis palabras, eternamente, en este espacio llamado literatura.

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