jueves, 12 de diciembre de 2019

Por todas las que algún día fueron silencio


Valeria no ganó. Con los ojos empañados de esfuerzo veía a lo lejos la meta, y siguió corriendo. Cada vez estaba más cerca. No se acordaba del número de su dorsal ni de cuántos kilómetros aún le faltaban por completar, solo siguió hasta llegar al final. No iba a subir al podio, no iba a morder la medalla como Ruth Beitia ni tampoco iba a enmarcar el dorsal en su habitación. No le importaba, ella decidió correr en nombre de todas aquellas a las que alguna vez, como a Valeria, alguien habría dicho que no, que no podrían. Valeria alzó los brazos en cruz y respiró hondo. Esto sólo era el principio.

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