Soltar duele, sostener lo insostenible duele aún más.
Y sostener la mirada que nos hace sombra puede volverse irreversible.
Y cerrar los labios apretando el corazón seguirá ensordeciendo el mundo.
"Para no amarla tenías que no mirarla a los ojos, pero cómo no hacerlo si era preciosa. Cómo no iba a querer hacerla mía, solo mía y para siempre", declaró el presunto culpable del asesinato de María, 44 años.
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