Y cuando esa mujer se despertó, se dió cuenta poco a poco, de que aquél en que ella había confiado, la había estado destruyendo, queriendo o sin querer.
Fue una gran revelación que sacudió su mundo y el mundo de todos los que la querían. Pero ella, con fortaleza y coraje atravesó el terremoto. Y mientras veía lo que era su vida caer en pedacitos, sacó el escudo del amor para proteger a los más inocentes quienes dependían de ella. Así se refugiaron un tiempo.
Luego, llegaron la paz, la libertad, la esperanza, la autonomía, la diversión, la alegría, el interés y el optimismo, no solamente a esa mujer, sino a esa casa y a todos los que la querían.
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