jueves, 12 de diciembre de 2019

Huellas


Las ventanas aleteaban escabulléndose de un huracán de pensamientos. La lluvia impedía ver más allá de sus dedos arrugados por la paciencia. Gritó a los cuatro vientos. Silencio. Solo se escuchaba sus zapatos roídos por dientes vulpinos. La luna parecía inmarcesible en el cielo, ocultando su luz de aquellos callejones. Gritó a los tres vientos. Silencio. Golpeó sus nudillos en la madera. Jipió de rodillas debajo de un balcón. Solo un cuervo la vio, de lejos, sin detener su vuelo. Gritó a los dos vientos. Silencio. Rebuscó su móvil en cada uno de los bolsillos de su chaqueta hecha jirones, aún sabiendo que no lo encontraría. Gritó al viento. Silencio. Cristal rojo en su muñeca ahogada en un charco cualquiera.

1 comentario:

  1. Leyendo esto me duele la piel. Un dolor tan profundo que me angustia. Nada más que decir.

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