Cuando entren los primeros rayos de sol, segura de que se aleja el ruido de tu motor, abandonaré la salita claustrofóbica donde me encerraste anoche.
Cruzaré la casa esquivando mechones de pelo y vidrios rotos.
Despertaré a nuestra hija, que me espera vestida agarrada a su peluche protector; ella me ayudará a sacar las maletas y documentos preparados.
Mi cuerpo, todo mi ser, estas cuatro paredes, son testigos de tu celebrada humillación, aunque seguirás camuflándote en tu encanto exterior.
Sin rastro, lejos de tu control, de estrategias de manipulación, evitaré tu escalada final.
Valiente, reluciente, abriré nuevas puertas y localizaré protección; donde comenzaré ese punto y seguido que active a mi verdadero yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario