Arrecian palabras groseras. Precipitaciones en forma de insultos. Se registra creciente inestabilidad. Un anticipo de lo que vendrá los próximos días. Un viento incontrolado sacude mis cosas queridas, mis fotos, mis pequeñas estatuillas. Una borrasca se adentra en mi cuerpo. Bandas de niebla cruzan mi frente, gruesos nubarrones la circundan y cubren mi cielo. Chubascos débiles inundan mis ojos. A medianoche, apertura de claros, concesión de una tregua de besos y arrepentimiento. Al amanecer, de nuevo el pedrisco de un puño golpea la superficie blanca de mi piel. Pronto dejará de ser blanca. No se registran cambios importantes. El granizo arruina la planta frágil que soy. Mi tallo recién brotado vuelve a la tierra. Allí me escondo. Allí, quizás, muera.
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