Lucía estuvo un rato en uno de los bancos de madera que había pegados a la fachada de la estación. Se veía a la gente ir y venir. Se pasó un buen rato observando el ambiente. Miró el reloj que se encontraba colgando del techo. Expulsó el aire muy despacio haciendo un círculo con los labios. Acababa de abandonar al hombre que tanto la quería. Recordaba lo difícil que había sido tomar la decisión de dejar a su marido. Muy difícil. Se levantó y empezó a andar con una leve cojera. Ya no tenía opresor, era libre. Se había deshecho de todo y no tenía ningún recuerdo de él. Excepto en la cadera.
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