Se hundía y la falta de oxígeno la consumía en un mundo lleno de dolor. Mientras se dejaba sumir por la fría agua salada descubrió que todo su cuerpo le escocía, en ese instante respirar pasó a segundo plano porque las heridas que provocó aquel necio le estaban aludiendo las peores horas de su mísera vida junto a un ser que no le amaba. Intento luchar por subir a la superficie y salvarse de seguir sintiendo aquel dolor, pero la pesa del miedo era más fuerte que ella y cayó al vacío dándose cuenta que no debió permitir la primera bofetada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario