Intentar ser puntual cuando llevas a tus hijos al colegio. Tratar de concentrarte cuando les ayudas a hacer los deberes. Salir de vez en cuando, aunque no te apetezca, porque quizá puedas dejar de llorar y pasar un rato agradable. Dejar de estar siempre ocupada. Llamar a tu madre y contarle la verdad, decirle lo que ocurre. Prestar atención al tráfico. Recordar que sólo tienes una vida. Llegar un día a casa y darte cuenta por fin de que tu pequeña hija te mira con pena, sabedora de que tarde o temprano volverán a hacerte daño, suplicando con la mirada que es hora de hacer la maleta y salir de esa casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario