Hubo un tiempo en que desde la ventana contemplaba un frondoso parque repleto de flores que alegraba mis días durante la primavera. Ésta dio paso al verano y el parque, aunque falto de lluvias, conservaba mucha de su belleza. Al avanzar el otoño, empezaron a caerse las hojas de los árboles hasta formar un manto en el suelo que invitaba a la melancolía.
Los días se acortaron y la oscuridad se adueñó poco a poco de las horas. Negro presagio. Tras el cristal, con los ojos vidriosos, me vi presa del crudo invierno, mientras mi cuerpo y mi corazón se retorcían de dolor.
Como se suceden las estaciones se consumía mi vida. Apenas me quedaban lágrimas cuando marqué el 016
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