miércoles, 4 de diciembre de 2019

Ella nunca llegaba tarde

La mujer se sentía obligada y olvidada. Obligada a seguir, a aguantar. Olvidada porque nadie parecía darse cuenta de sus propias necesidades. Comprendía que su marido las tenía. Pero, ¿y ella? Sabía que nadie iba a entenderla y que todos iban a juzgarla. Incluso sus padres, pensaba mientras se maquillaba. Hoy le estaba costando un poco más de lo normal. El golpe en el labio inferior era difícil de disimular. Pero ella tenía que seguir y no podía permitir que en su trabajo se dieran cuenta de que ella y Alfredo no pasaban sus mejores momentos como pareja. Hacía ya años de eso. Pero la posibilidad de dejarlo se le antojaba un fracaso. Pensaba que podían llegar a arreglarse. A que todo volviese a ser como antes. No a su triste día a día. Ella creía que era porque no había sido capaz de darle hijos. Aunque no era motivo para que se pusiera así. En realidad no era para tanto, se dijo. En el último mes solo habían sido dos veces. Y además, le había traído flores las dos veces. Otras están mucho peor, terminó por autoconvencerse mientras cerraba la puerta en dirección al Hospital. La Directora Médica jamás llegaba tarde.

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