Tú duerme tranquila. Hoy soy yo quien he espantado a los monstruos y voy a leerte un cuento, el de una mujer llamada Bella que se enamoró de Bestia y creyó que, con su amor, rompería el hechizo y le convertiría en un príncipe azul; pero cuando él apareció en su forma humana -tan guapo y galante- y vivió una vida humana, trabajando para llenar de cosas el castillo y teniendo un hijo, Bella descubrió que, en realidad, el encantamiento roto había convertido al verdadero humano en una verdadera bestia. Él lo sabía, lo supo siempre; por eso le decía a su hijo, cada vez que lloraba o ayudaba a su madre a arreglar el dosel de las camas o jugaba con la tetera en lugar de con el reloj, que esas no eran cosas de hombres y él debía hacerse un hombre, porque él sabía que también su hijo había nacido bajo un encantamiento y que rompiendo el hechizo podría liberarse la bestia que debía ser, la que lo convertía en su heredero. Pero entonces Bella se opuso y él la pegó.
¿Que no es un buen final para el cuento? Tranquila, que no he terminado. El pequeño príncipe alertó a todo el mundo y una bruja buena vestida de azul encadenó a la Bestia y la encerró. Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario