jueves, 5 de diciembre de 2019

Números

Cuando Antonio arrasó la cara de Ana a puñetazos, su madre lloraba, suavecito, en un rincón.

Cuando rasgó su vestido su hijo gritaba y Antonio pensaba que un día fue hijo, su madre la cierva y el padre el cazador.

Cuando los gritos de Ana atravesaron los ladrillos, las vecinas subieron el volumen del televisor.

Cuando los vecinos vieron a Antonio recogiendo el correo saludaron amables y hablaron del tiempo.

Cuando caminó por la calle, nadie la vio.

Cuando cayó la cristalería de boda estalló y a los pedazos, a sus pedazos, acudieron periodistas y curiosos y todo el mundo se sorprendió.

Y cuando no quedaba Ana, el político habló de ella, como un número más.

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