jueves, 23 de noviembre de 2017

Peldaños de violencia

"La culpa la tiene ese maldito escalón", decía mi marido cuando alguien preguntaba por mi ojo morado, mi brazo arañado o mi labio partido. Mientras me miraba, con una mano acariciaba mis heridas y, con la otra, señalaba un peldaño.
 
Con el tiempo, el escalón se fue resquebrajando y, mi cuerpo, agrietando.
 
Un día encontraron mi cuerpo envuelto en jirones de consciencia. Todo el mundo pudo ver las marcas de falsa pasión antes de que yo las escondiera. Entre todas, entre todos, pusimos fin a la escalera de mi condena.
 
Ahora dejo morir un sentimiento que nunca llegó a ser amor, curo las cicatrices de mis viejas grietas y, por fin, camino sin miedo a peldaños de violencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario