"Hermana, yo sí te creo."
Días pasando por la calle donde estaba aquella pintada, dando rodeos aposta, leyéndolo una y otra vez.
La calmaba.
Recordaba las palabras de su cuñado: "No me puedo creer que nos hagas esto". Las de su padre, dudando: "Si parecía que te trataba como a una reina…". Incluso las de su mejor amigo: "¿Y por qué no lo dijiste antes?"
Quizá aquello le había dolido más que los golpes. Pensó que tras conseguir alejarse y llevar a cabo todos los trámites judiciales lo más difícil estaba hecho. Ahora entendía que era mucho más complicado de lo que parecía.
Y sin embargo, aquella frase. Pintada en morado. Por supuesto.
"Hermana, yo sí te creo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario