viernes, 24 de noviembre de 2017

Una imagen sin palabra

Nada, observa desde su ventana como se despierta la vida; su mano derecha sostiene una taza de café que baila al ritmo de la fumarada; el espejo le revela una vez más la nocturnidad de sus ojeras, el violeta natural de sus labios, el pómulo inflamado y unos restos de sangre que con vergüenza escapan de una nariz a la que no dejan respirar. Su refracción pide a gritos salvación, ¡déjalo! En su cabeza suena la canción del primer beso, mientras sale de la frialdad regalada por un baño cargado de invierno para recoger su casa; hay colillas en el suelo, un cenicero roto, una silla sin su pata, y una pata de tormento: pero... él me quiere.  

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