viernes, 24 de noviembre de 2017

Buen provecho

Por fin llego el día. El repicar de sus zapatos indico a María que su marido estaba en casa.
Como en otras ocasiones, sus piernas comenzaron temblaban, no por miedo sino por la incertidumbre.
Se dirigió con paso firme al salón, allí le esperaban sus suegros, sus hijos y Carlos su marido.
Degustaron unas riquísimas setas silvestres, recogidas por su él.
Tras la sobremesa los invitados se despidieron. Él se dirigió al sofá para disfrutar de su siesta.
El último suspiro de Carlos fue el primer aliento de la recién estrenada libertad de María.
Tras examinar que las setas habían realizado su trabajo, respiro hondo. Con una triunfante sonrisa se fue al cine con sus hijos.

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