Ese juez me cambió la vida cuando me hizo pasar a su despacho y me dijo que esto me pasaba por ignorante.
—Haces lo que has visto hacer, te educaron mal.
Yo no sabía qué tenía eso que ver con una bofetada a la novia, que se había puesto borde delante de los colegas.
—Sentencia: te vas a hacer este curso —dijo, y me pasó un papelito— y después vas a los institutos y evitas que los chavales sean tan impresentables como tú. Y si no te lo montas bien te tengo un año limpiando mierdas en el centro de toxicómanos, ¿entendido?
De eso hace casi veinte años y si hoy sigo aquí, delante de vosotros, es porque llevaba razón.
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