No contestan, dijo papá al regresar.
- ¿Tú eres tonto? – chilló mamá – ¡Ese tío la está matando a golpes!
Papá se sentó a mi lado. Mamá salió de la cocina y lo miró como cuando me descubre en una mentira.
Él me miró suplicante. – Necesito ayuda con las cuentas, má… - pronuncié lastimeramente. Mi padre respiró aliviado,
- Cobarde– refunfuñó ella. La escuchamos aporrear la puerta del vecino hasta cansarse. Al regresar, cogió el teléfono y habló largo rato con palabras que no entendí.
Papá intentaba que no escuchara lo que decía. Pero cuando mamá terminó de hablar, me lo contó todo. Ese día, además de aprender el significado de la palabra denuncia, me sentí mayor por primera vez.
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