miércoles, 23 de noviembre de 2016

016


De niña, mis sueños azules me daban fuerzas para espantar sombras, para negar espantos de golpes y cosas rotas. Gritos y silencios. Papá, su flores... perdón...nunca más. Luego fueron otras angustias, competir desde la desigualdad, luchar por mi dignidad. Un día pareció que esos sueños azules se hacían realidad, me había enamorado. Él sería distinto. Me amaba decía,...pero más tarde ya no le entendía, le defraudaba. Todo lo que soñaba lo ocultó su sombra, sus gritos, mis silencios, el brazo en los ojos para no ver. Esos ramos de flores para ocultar golpes y cosas rotos. Reuní fuerzas, marqué, llamé, y rompí silencios y sombras. Hoy he recuperado mi dignidad... y esos sueños azules que creí perdidos.

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