miércoles, 23 de noviembre de 2016

La maté porque era mía

Mía la rabia, el alacrán de ira ciega con que seguí pateándola cuando ya no se movía. Mía la mano que la abofeteó sin calcular dónde caería: ¡maldita esquina del lavabo! Mía la carrera del dormitorio al baño como un toro ciego enajenado en estampida. Mía la punzada de dolor al ver en "llamadas recientes" la foto de aquel tipo. Mía la angustia con que, temblando, alargué la mano y cogí su móvil de la mesita. Mía la espera insoportable hasta que salió de la cama y fue al baño. Mía la oreja que escuchaba distraída a Bustamante cantar apasionadamente "Dos hombres y un destino". Mía la tele que emitía la gala. Vuestro el aplauso.

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