jueves, 24 de noviembre de 2016

En su cama fría

En su cama fría, Rafaela, yacía entre sabanas blancas, con su cara rosa; carecía de arrugas su piel, y unas rojizas mejillas embellecían su presencia en aquella habitación de muebles apolillados por el insecto que contribuyen a fraccionar la biocenosis
Un pasillo largo llevaba a la habitación de Rafaela; ella era la fuerza del sol, de los montes, de las jaras…La naturaleza con su pseudónimo…
En los momentos díficiles, como cuando había que inducirle a excretar, ella sufría por nosotras, sus cuidadoras: sus psicólogas, sus violetas cariñosas, sus brazos, sus pies de tierra, sus protectoras y guardianas de “la antesala de la muerte”, ella siempre nos relataba una historia erótica para relajarnos y hacernos reír… Hacernos reír era su propósito en aquellos días de asimilación… Rafaela tenía 93 años y su voz grave, temblorosa, era un eco para nunca olvidarse memoriza… Rafaela fue una revolucionaria inteligente en un país de pistola y charol sobre los bigotes verdes, que yo, también conocí en mi adolescencia.
Rafaela fue una de las bellas más bellas de su aldea desde que dejo de ser niña por obligación Y se convirtió en madre de ocho hermanos con tan sólo doce años…

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