miércoles, 23 de noviembre de 2016

La decisión correcta

Caminaba pensativa por el parque cuando un niño despistado tropezó aparatosamente conmigo haciendo que, con el empujón recibido, se cayesen mis gafas de sol. Instintivamente exclamé: ¡lo siento, lo siento, perdona! y me agaché con rapidez para recoger las gafas del suelo. Desconcertado, el pequeño se disculpó: si la culpa fue mía, perdóname tú, y mirándome fijamente me preguntó con curiosidad: ¿por qué me pides perdón?, fui yo quien te hizo daño…. En ese momento sentí como sus inocentes ojos descubrían mi secreto. Avergonzada, bajando la vista, murmuré: es la costumbre… y ocultando de nuevo los moretones tras los cristales oscuros, me fui.
 
Ese día, puse la denuncia. Sin saberlo, ese niño consiguió darme fuerzas para tomar la decisión correcta.



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