Te miro ahora - tiritando de frío miedo - que permaneces tumbado, inmóvil en el suelo, el puño todavía crispado; cargado de amenazas. Has tropezado con el perro que siempre te ladra cuando huele tus intenciones bañadas de alcohol, y has dado con toda tu inhumanidad contra el duro suelo de terrazo gris. Tu cabeza ha sonado con un estruendo hueco que ha callado al perro y llenado el pasillo de un silencio inquietante
Desaliñado, un hilo de mala baba asoma en la mueca de disgusto de tu abotargada cara. Aun respiras: bajo tus parpados entrecerrados los ojos convulsionan
¡Suerte! – me digo- mientras miro sin empatía alguna crecer un charquito de rojo espeso que asoma bajo tu descarnada nuca.
Desaliñado, un hilo de mala baba asoma en la mueca de disgusto de tu abotargada cara. Aun respiras: bajo tus parpados entrecerrados los ojos convulsionan
¡Suerte! – me digo- mientras miro sin empatía alguna crecer un charquito de rojo espeso que asoma bajo tu descarnada nuca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario