miércoles, 23 de noviembre de 2016

Huir

Tan pequeño e inocente que ni siquiera comprendía lo que estaba ocurriendo. Escuchaba gritos y a mamá llorar encerrada en el baño.
—¡Eres una inútil! —repetía papá mientras golpeaba la puerta.
Recuerdo lo mal que me hacían sentir sus discusiones y el nudo en el estómago. Tan solo quería huir de allí. Evadirme de tal situación.
—¡Maldita mujer! —continuó.
Corrí a esconderme en la despensa asustado, como único refugio. Los golpes cada vez eran más fuertes. A estos les siguió un portazo y un silencio sepulcral.
Después me encontraría aquel señor trajeado y diría la frase que marcaría el resto de mi vida: «lo siento, chico, mamá no va a volver».
Conseguí huir, pero a qué precio.

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