El niño no entendía por qué su madre ya no podía llevarle a la playa en su batmóvil mientras la abuela les daba a trocitos los bocadillos de mortadela que había hecho para merendar y así no tener que parar en ningún bar de carretera.
Tampoco sabía por qué la yaya lloraba a todas horas, ni que la famosa jueza que había declarado la guerra al terrorismo machista y que había sido brutalmente asesinada días atrás por su expareja era su madre. Él era el hijo de Batwoman, por eso a veces salía en las fotos vestida con una toga negra. Era su disfraz de superhéroe. Ni a mamá ni a él les había gustado nunca la palabra "superheroína".
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