lunes, 7 de noviembre de 2016

Perder es el único pecado que no tiene redención

Perder es el único pecado que no tiene redención

Aprendió a perder desde que nació cuando se murió su madre en el parto, fue el primer abandono en los primeros segundos de vida. Perdió cuando la nombraron, Angustias.
 
Su padre se perdió naufragando solo en una botella reemplazable y esa perdida la asumió ella. Perdió en la adolescencia cuando se vio como madre soltera de una niña apenas menos niña que ella, perdió al someterse al ojo escrutador insincero y casposo de una religión heredada por cometer un pecado de lujuria. Perdió cuando aquel pueblo menguante la condenó a un ostracismo silencioso.
 
Por eso una mañana de un mes donde el otoño empezaba a notarse salió de allí, porque perder es el único pecado que no tiene redención.

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