miércoles, 9 de noviembre de 2016

Nunca y siempre



Nunca dejaba las luces encendidas, nunca dejaba nada sin recoger, nunca nada olía mal, nunca se descuidaba en la hora de las comidas, nunca había ropa arrugada, nunca miraba a nadie, nunca vestía de otra forma que la adecuada. Siempre tenía miedo, siempre obedecía, siempre calculaba la perfección para que nada fuera a peor. Un día una miga la sorprendió. Él encolerizado alzó la mano. Ella cogió con fuerza el pomo de la puerta y se marchó. Nunca volvió a él y siempre volvía a ella misma.

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