martes, 22 de noviembre de 2016

Llámame

Desde mi ventana eras tan delgada que parecía que un viento te movía por toda la habitación. Agitabas los brazos chillando hasta que una sombra con paso firme avanzaba hacia ti y tú retrocedías cubriéndote la cabeza. Luego salías al balcón para fumar o con un pañuelo entre las manos, retorciéndolo con tu dolor y tu odio. Hasta que te vi llorar un día, y tú, por fin, me viste y te avergonzaste. No sé si hice bien dejando ese papel con mi número de teléfono. Hace tiempo que sólo veo el reflejo de mi cara en el cristal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario