jueves, 10 de noviembre de 2016

Historia de muñecas

―Ya pasó.
Sola, en su cuarto, la niña acarició el pelo de su muñeca con ternura. Gorra de policía en la cabeza, acercó al ser de plástico un pañuelo para secarle las lágrimas pintadas con un rotulador.
―Se ha ido. Ya no te molestará más.
Extrajo de una cajita un trozo de algodón humedecido con el que empezó a limpiar las manchas azuladas de sus brazos. Ya nadie la llamaría guarra. Ya nadie la ensuciaría.
―No volverá. Te lo prometo.
La levantó con extremo cuidado y la abrazó.
―No te preocupes, mamá. De ahora en adelante, yo te protegeré. 

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