martes, 22 de noviembre de 2016

Gracias

Me gustaba que me llamara diez, quince, veinte veces al día. Hasta que dejó de gustarme.
Me gustaba que me dijera que ropa tenía que ponerme. Hasta que dejó de gustarme.
Me gustaba que quisiera  estar sólo conmigo. Hasta que dejó de gustarme.
Entendía que me gritara por cualquier cosa. Hasta que dejé de entenderlo.
Entendía que me diera un bofetón, de vez en cuando. Hasta que dejé de entenderlo.
Me creía todo lo que  me decía. Hasta que dejé de creerlo.
Pero llegó un día en el que ya no pude más y fui yo la que grité, insulté y golpeé.
Fui yo, la que huyó buscando ayuda. Y la encontré. Mi familia siempre estuvo ahí, esperándome. 

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