martes, 17 de noviembre de 2015

Adelante


Se sentía sucia pero no lo estaba. Manchada de odio por la huella que dejan sus dedos al tocarla. Unas caricias que no son más que la fuerza de un deseo que se esfumó. Un anhelo convertido en miedo.
No debía soportarlo. No podía permitir otra humillación, ni tolerar sus malas formas y faltas de respeto. No consentiría que un disimulado golpe la degradase.
Con el primer empujón llegó la vergüenza de un error que no fue tal, el rubor y el desprecio. Sentimientos enterrados como, alguna vez, quiso estar ella.
Tenía que hacerlo, todos sabrían quien era, en realidad. Un ser despreciable, un maltratador.
Colgó su foto en la red y descolgó la línea que le salvó la vida.

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