martes, 17 de noviembre de 2015

El llanto apagado

Algo me despierta. Me sobresalto y me intento girar pero una mano me aprieta el cuello. Con un siseo me manda callar. Ahora si huelo el alcohol, su aliento me impide respirar. Sus movimientos son rápidos y salvajes. Me duele mucho.
Por más que pido que pare no lo hace. Por más que ruego a las lágrimas que no salgan, ellas lo hacen. Tarda unos minutos, me parecen eternos, pero finalmente me libero. Él suspira, se echa a su lado de la cama y se duerme. Yo lloro en silencio, por suerte ya he aprendido a que el llanto solo se oiga en mi cabeza, no quiero despertar a los niños.

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