jueves, 19 de noviembre de 2015

55 gestos +

Asciende iracundo el reverso de su palma cuando él ve huir, despavoridos, años de complicidad sin ademán de volver; al cerrarse instintivamente sus párpados, a ella le indigna sentirse la número 56 en ese maltratado inventario de mujeres de dignidad cercenada. Unas leves pisadas los paralizan. 'No, ella no'. Pero ahí está su pequeña, sonriente, aún adormilada esa mañana dominical, procedente del jardín, con jazmines frescos y creyéndose ante un juego. Ignorando que en juego está su propia infancia, se acerca, lentamente, para plantarles un beso y regalarles una flor. Un solo gesto basta. Para arrepentirse, comprender y recuperar la cordura; para reencontrar el respeto y fundirse en un abrazo. Para mantener el maldito inventario en 55.

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