jueves, 12 de noviembre de 2015

Sorprendido

Camina  torpemente. Busca  ávidamente con los ojos a su mujer, aún no ha llegado. Elije un velador de dos plazas, espera. Se excita con la caña de cerveza recién  echada. Su esposa llega,  se mueve con prisa y desenvoltura entre el intrincado de sillas y mesas. Lo ha descubierto al fondo del local, se sienta a su lado. Lo  alborota con el repique histérico de su  media sonrisa. Con mirada escrutadora el hombre le pregunta: -Cuánto te duele  llevar vacíos los bolsillos.-
Ignora el comentario. Él, sujetándola  fuertemente del brazo, le explica que  es su dueño, y vela por ella.  –Eres inútil para todo, continuaras  así hasta que mueras-.

-Quiero  serlo sin ti, adiós.- Contesta ella desde la puerta.

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