Siempre había sido muy organizada con sus cosas. Esta vez no atinaba a guardarse todos los sueños en aquel espacio tan pequeño.
La maleta hecha y la vida deshecha esperando, como las mareas, una luna propicia.
No hubo noche lo suficientemente negra para ocultar sus pasos y trazó el viaje en el mapa imaginario de otros brazos.
Ese laberinto de dos calles, la de ida y la de vuelta, intransitables al mundo, confluyen en una promesa.
Será por eso que él le dijo: Vente vacía, no arrastres tu equipaje, ni tu perfume, ni las fotos sepia de tu caja de latón, llega vestida de futuro que aquí tienes mi casa y mi mundo; tu lugar.
La maleta hecha y la vida deshecha esperando, como las mareas, una luna propicia.
No hubo noche lo suficientemente negra para ocultar sus pasos y trazó el viaje en el mapa imaginario de otros brazos.
Ese laberinto de dos calles, la de ida y la de vuelta, intransitables al mundo, confluyen en una promesa.
Será por eso que él le dijo: Vente vacía, no arrastres tu equipaje, ni tu perfume, ni las fotos sepia de tu caja de latón, llega vestida de futuro que aquí tienes mi casa y mi mundo; tu lugar.
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