Caí en noviembre después de reponerme del primer zarandeo que desequilibró mi vida junto a ti. Ese día no hubo sobresaltos, simplemente decidí morir a tus pies porque en definitiva ya no estaba viva y más mustia me pondría si seguía a tu lado Caí en noviembre, porque entonces supe que jamás florecería a tu lado. Lo hice en silencio y en la oscuridad de la noche. Tú dormías y yo quise morir sin que me mataran. Me precipite con la misma fragilidad de mi ser y en ese mismo instante fui libre. Cuando toque el suelo sentí el reconfortante abrazo de otras hojas que junto a mí yacían. No estaba muerta, ni sola. ¡PIDE AYUDA! NO ESTÁS SOLA.
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