- Perdóname - dice el hombre mientras la sostiene amoroso entre sus brazos y acaricia su pelo.
Ella no responde cuando él besa sus mejillas y los hombros desnudos.
- Me irrito con facilidad y a veces pierdo el control. Es como si me volviera loco.
Sentado, la mantiene sobre sus rodillas, acunándola como si de una niña se tratara. Besa sus párpados y sus labios. Ella continúa en silencio.
- Esta vez ha sido suficiente. Esto no puede seguir así. Te quiero y debo cambiar o arruinaré nuestro matrimonio.
Vuelve a acariciarla mientras dice esas palabras. Ella sigue sin contestar. Unas huellas amoratadas y profundas han quedado marcadas en su quebrado cuello
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