miércoles, 22 de octubre de 2014

Imbécil


Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. No les encontré en su habitación. Fui al salón, tal vez estuvieran viendo esa serie tan ñoña. Tampoco vi a su madre. Ni a su madre, ni su ropa, ni las llaves del coche grande, ni los álbumes de fotos de cuando eran todavía unos renacuajos pequeños, ni la cena convenientemente preparada, ni mi ropa del día siguiente perfectamente colocada en el galán.

Sólo pude ver, en el espejo de la habitación, mi cara de imbécil y su nota amarilla: NI UNA VEZ MÁS.

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