lunes, 26 de octubre de 2015

PRIMERA ENSEÑANZA


Hablaba con mamá a menudo. Si no me respondía trataba de escuchar a través de las paredes: se oían tremendas discusiones. Cuando la sentía triste me ponía muy nerviosa y me hacía daño esforzándome por salir a consolarla. Según pasaron los días, me empezó a dar miedo hacerlo; no estaba muy segura de mis fuerzas, pero no me quedó más remedio. Me dolió cuando me separaron de ella y me pegaron hasta hacerme llorar. Papá, que era quien atemorizaba tanto a mamá, me cogió entre sus brazos y sonrió feliz. Entonces supe que para vivir en paz debía aprender más que ellos.

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