Toda la vida había oído a nuestro abuelo decir, "las mujeres deben cuidar de los hombres".
Aturdida, mire mis pies descalzos, manchados de barro. No recordaba cómo había ido a parar allí. Intentando incorporarme sentí un escalofrió que retorcía mi cuerpo, y una fuerza que parecía atarme al suelo. Confusa, una vez más volví a intentarlo. Sentía dolor por todo mi cuerpo. Note el dolor más intenso en mi sexo. Intente suavemente deslizar la mano sobre él, pero la mano comenzaba a temblarme, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, y entonces la piel, el estómago, y todo mi ser, reacciono.
Yo nunca entregaría mi vida a cuidar de EL, la entregaría a cuidar de nosotras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario