EN EL PARQUE
Javier se sentaba en mi regazo. Yo le despeinaba con mimo. Le gustaba
sentarse en el banco, frente al parque en el que el resto de niños
disfrutaba columpiándose o escalando inmensas telas de araña. El
prefería sentir cómo el sol de otoño le abrigaba el corazón. Observaba
a los demás niños, en silencio. Creo que con algo de envidia pero,
sobre todo, con admiración. Javier acababa de cumplir noventa años y
sentía que su lugar en el mundo estaba en aquel parque. Donde el sol de
otoño le abrigaba el corazón.
Cruz Marqués
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