- Bueno vamos a probar ¿no?
- No hay nada que probar, está todo probado.
- Por favor, que yo quiero estar a tu lado. Me vas a dejar solo, como a un perro. Me vas a hacer un desgraciado.
Álvaro escuchaba desde su habitación, con un auricular puesto que le ayudaba a decidir en la oscuridad de sus sábanas si se hacía valiente y escuchaba o centraba la atención en aquella canción que con ritmos suaves casi parecía acompañar la situación.
- La desgraciada soy yo, llevabas razón. Las palabras, esas que duelen más que los golpes, me han hecho dura y fuerte.
Llamó a Álvaro y abrió la puerta. Al otro lado, su familia la esperaba. Respiró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario