Aquel último golpe le había dolido más que ningún otro. Fue brutal. "Inútil", le había espetado ante el técnico que estaba intentado conectar el wifi en la nueva casa. La palabra "inútil" dicha delante de ese desconocido le resultó insufrible porque era ella la que pagaba la conexión telefónica, la que pagaba las facturas de luz, gas, los seguros, el coche, la hipoteca. La casa era suya, el coche era suyo. No, no era "inútil", sólo que no le interesaba saber cómo se conecta el wifi. Tenía dos carreras universitarias, era profesora de instituto. No, no lo era en absoluto. Así que, ante aquel técnico, decidió ponerle las maletas en el suelo de la calle tras lanzarlas por la ventana.
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