lunes, 5 de noviembre de 2018

Ahora

En mi infancia hubo miedo, llantos y un silencio que detenía el tiempo. Mi padre pegaba a mi madre. Siempre. Y cuanto más bebiera, más fuerte le golpeaba.

Ya no soy un niño. Han pasado muchos años, pero no olvido. Y cuando no se olvida, se aprende. 

Por eso en mi vida solo alzo la mano para acariciarle la mejilla, solo bebo para brindar con ella, solo tengo miedo si no estoy a su lado. 

Ahora la veo sentada junto a la ventana, naufragada su memoria en el Alzheimer, borrados los recuerdos, ahuyentada su sonrisa que solo vuelve a mi esposa cuando la miro a los ojos y le digo que la quiero.

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